En un movimiento histórico, el Parlamento de Corea del Sur aprobó la destitución del presidente Yoon Suk-yeol, tras declarar la ley marcial el pasado 3 de diciembre. La decisión fue tomada con 204 votos a favor, 85 en contra, 3 abstenciones y 8 votos nulos, superando el mínimo necesario de dos tercios (200 votos). Este resultado marca un cambio político significativo y deja al país bajo el liderazgo interino del primer ministro Han Duck-soo.
El proceso, celebrado en la Asamblea Nacional, contó con la participación de los 300 diputados, y a pesar del carácter secreto de la votación, se estima que al menos 12 legisladores del oficialista Partido del Poder Popular (PPP) respaldaron la moción de destitución. Esto fue fundamental, ya que la oposición suma 192 escaños, insuficientes por sí sola para alcanzar la mayoría requerida.
En un día cargado de tensión, el PPP sostuvo una reunión a puerta cerrada durante horas antes de anunciar oficialmente su rechazo a la moción, aunque el resultado final sugirió divisiones internas en el partido. Este evento subraya la fragilidad política que enfrenta Corea del Sur y genera interrogantes sobre la estabilidad de su sistema gubernamental.
Con Yoon inhabilitado, Han Duck-soo, el primer ministro, asume el liderazgo interino hasta que se organice una nueva elección o se elija un sucesor conforme al marco legal surcoreano. Este escenario abre un periodo de incertidumbre política y social, con implicaciones tanto a nivel nacional como en el escenario internacional, especialmente en un contexto geopolítico ya complejo en la región de Asia-Pacífico.
El impacto de esta decisión aún está por verse, pero podría significar una oportunidad para reformar aspectos clave del sistema político surcoreano o, por el contrario, profundizar la polarización entre las principales fuerzas políticas del país.