La organización japonesa Nihon Hidankyo ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz, reconociendo sus 68 años de lucha por un mundo libre de armas nucleares. Este reconocimiento vuelve a Japón después de medio siglo, tras el galardón otorgado en 1974 al ex primer ministro Eisaku Sato, también por su compromiso antinuclear. Nihon Hidankyo, cuyo nombre es una contracción japonesa de la Organización de Víctimas de Bombas Atómicas de Japón, se fundó 11 años después de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945.
El movimiento antinuclear cobró fuerza en Japón tras la exposición de la tripulación de un barco atunero nipón a la radiación de una prueba de bomba de hidrógeno estadounidense en el atolón Bikini. Desde entonces, los ‘hibakusha’, como se conoce a los supervivientes de las bombas, han luchado no solo contra las secuelas físicas de la radiación, sino también contra la pobreza y la discriminación. Nihon Hidankyo ha trabajado incansablemente para amplificar las voces de las víctimas y buscar apoyo para ellas.
En 2005, la organización estuvo cerca de obtener el premio cuando se cumplían 60 años de los bombardeos. A pesar de que ese año el galardón fue otorgado al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el Comité Nobel reconoció su incansable labor por la abolición nuclear.
Uno de los logros más destacados de Nihon Hidankyo ha sido su papel crucial en el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TNP). La organización logró reunir tres millones de firmas antes de la conferencia de negociación y presentó ante la ONU 13,7 millones de firmas adicionales para impulsar la adhesión mundial al tratado. El TNP entró en vigor en enero de 2021, y Nihon Hidankyo participó en la primera Conferencia de las Partes en Austria, donde los supervivientes expresaron su deseo de abolir las armas nucleares.
Aunque la avanzada edad de los ‘hibakusha’ representa un desafío, la organización continúa su misión, adaptándose a nuevas estrategias como la difusión digital de sus testimonios. Su objetivo es que el mundo nunca olvide los horrores de Hiroshima y Nagasaki, donde murieron más de 210.000 personas a causa de las explosiones y la radiación.