En los últimos días, David Racero, expresidente de la Cámara de Representantes y una figura destacada del Pacto Histórico, ha sido el centro de una serie de graves denuncias que podrían poner en jaque su carrera política. Las revelaciones, inicialmente divulgadas por Daniel Coronell en su columna “Los Danieles”, apuntan a prácticas de enriquecimiento indebido y utilización de sus influencias para obtener cuotas burocráticas en el gobierno de Gustavo Petro.
Imagen tomada de El Tiempo
El caso de Racero ha generado un gran revuelo tras la publicación de audios filtrados en los que el congresista da instrucciones a su conductor, contratado por el Congreso, para realizar compras de un negocio de frutas y verduras de su propiedad. Estas filtraciones se suman a la evidencia previamente presentada por Coronell, donde se señalaba que Racero exigía parte del salario a los miembros de su Unidad de Trabajo Legislativo (UTL), algo que ahora también involucra a miembros de su familia.
Las pruebas son altamente comprometedores para Racero, quien había construido su imagen pública como un luchador contra el clientelismo y los privilegios políticos. En sus primeras respuestas, Racero ha negado haber incurrido en irregularidades, señalando que los pagos a su empleada eran parte de un préstamo personal, y ha solicitado que tanto la Procuraduría como la Corte Suprema de Justicia investiguen el caso para aclarar su nombre.
Sin embargo, los detalles continúan acumulándose y ponen en entredicho su postura pública de transparencia. En otro mensaje filtrado, Racero solicita “mermelada” —una expresión usada en Colombia para referirse a favores o cuotas burocráticas— a Jorge Londoño, actual director del SENA, para obtener puestos en el departamento del Cesar.
Este escándalo no solo afecta a Racero como individuo, sino que añade una nueva carga simbólica al proyecto político de izquierda que encabeza el presidente Petro. Las acusaciones hacia Racero, quien se perfilaba como un posible candidato presidencial en 2026, parecen ser otro golpe a las promesas de renovación política y transparencia que caracterizaron la campaña del Pacto Histórico.