Fascismo en Colombia: ¿Una tendencia en ascenso o una retórica política?

El presidente Gustavo Petro ha denunciado un intento de asesinato y alerta sobre el resurgimiento de ideologías fascistas en Colombia. ¿Realidad o estrategia política?

lenguaensalsa

septiembre 23, 2024

En medio de una creciente polarización política en Colombia, el presidente Gustavo Petro ha denunciado públicamente un intento de asesinato en su contra, atribuyendo el hecho a sectores que buscan silenciar su gobierno. Estas declaraciones han reavivado un debate sobre el resurgimiento de ideologías fascistas en el país y su posible influencia en la actualidad política.

El mandatario ha afirmado que existe un ambiente de intolerancia y odio que se asemeja a las prácticas fascistas del pasado. “Quieren acabar con cualquier proyecto que proponga un cambio estructural en Colombia. No es solo contra mí, sino contra la democracia”, señaló Petro en un discurso reciente. Estas afirmaciones han generado un amplio eco mediático y político, con opiniones divididas sobre la gravedad de la situación.

El término “fascismo” se refiere a una ideología política autoritaria y ultranacionalista que surgió en Europa a principios del siglo XX. Aunque Colombia ha tenido una historia marcada por conflictos internos y violencia política, la aparición de movimientos abiertamente fascistas no había sido un tema de discusión central hasta ahora. Sin embargo, el presidente ha alertado sobre el surgimiento de grupos que, según él, promueven la intolerancia y la violencia para frenar las reformas que su gobierno impulsa.

Analistas políticos sugieren que estas declaraciones también podrían formar parte de una estrategia para movilizar a sus bases y desviar la atención de otros problemas internos. “Es una jugada política para consolidar su liderazgo entre aquellos que ven en él un cambio frente al statu quo”, afirma Carlos Ruiz, politólogo de la Universidad Nacional. “La etiqueta de ‘fascismo’ se utiliza para señalar a la oposición como un peligro para la democracia, pero también como una manera de unificar a sus seguidores en torno a un enemigo común”, añade.

A nivel social, las redes se han convertido en un campo de batalla donde se enfrentan quienes apoyan la denuncia del presidente y aquellos que la consideran una exageración. Hashtags como #NoAlFascismoEnColombia y #PetroMiente han sido tendencia en los últimos días, reflejando la división de la opinión pública sobre el tema.

La oposición, por su parte, ha desestimado las denuncias de Petro. Voceros de partidos como el Centro Democrático han asegurado que se trata de una táctica para distraer de las críticas hacia su gestión, especialmente en temas de seguridad y economía. “Es irresponsable utilizar términos tan delicados para atacar a quienes no comparten su visión de país”, señaló un representante de la oposición.

A pesar de la controversia, lo cierto es que el uso de conceptos como “fascismo” refleja un clima de crispación política y social que preocupa a diversos sectores. La violencia y la intolerancia no son fenómenos nuevos en la historia colombiana, pero la posibilidad de que estos elementos se mezclen con ideologías extremistas es un tema que merece atención.

Organismos internacionales y defensores de derechos humanos han llamado a la prudencia y al respeto por el diálogo democrático. “Colombia no puede permitirse caer en la trampa de la violencia política, sin importar de dónde provenga. Debemos promover un ambiente de respeto y tolerancia”, señaló Marta Lucía Ramírez, exvicepresidenta y actual representante de la Misión de Observación Electoral en Colombia.

Queda por ver si las acusaciones del presidente Petro encontrarán respaldo en investigaciones concretas o si se convertirán en un tema más en la polarizada agenda política del país. Mientras tanto, el llamado a rechazar cualquier forma de violencia y a defender la democracia sigue vigente.

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