La reciente propuesta del presidente Gustavo Petro sobre comprar la cosecha de hoja de coca a campesinos en El Plateado, Cauca, ha desatado una amplia controversia en redes sociales y medios de comunicación. La medida, que busca evitar que la producción caiga en manos de narcotraficantes, ha sido vista por algunos como una estrategia innovadora, mientras que otros la han criticado como inviable o peligrosa. Sin embargo, este debate ha traído a colación un antecedente poco mencionado: el expresidente Álvaro Uribe también había propuesto algo similar durante su mandato.
El 23 de julio de 2005, en Villavicencio, Uribe planteó la posibilidad de que el Estado comprara la producción de hoja de coca de los campesinos, en un intento por alejarlos de las redes de financiamiento del narcotráfico, en ese entonces controladas por las FARC. En su discurso, Uribe explicó que la erradicación manual no era viable debido a problemas de seguridad en la región, lo que lo llevó a proponer un acuerdo económico con los campesinos: entregar la hoja de coca a cambio de una recompensa estatal, siempre y cuando se comprometieran a no continuar con su cultivo.
La propuesta de Petro, en cambio, no contempla el fin de los cultivos de coca, sino que se enfoca en controlar la producción para evitar su uso en la fabricación de cocaína, alineándose con una visión más ancestral del uso de la planta. Este enfoque es diametralmente opuesto al de Uribe, quien veía la coca principalmente como una fuente de conflicto y narcotráfico.
Uribe afirmaba que su iniciativa se centraba en limpiar las zonas de narcocultivos, bajo un esquema que garantizara que los campesinos no volvieran a sembrar. En una de sus frases más representativas sobre el tema, mencionó: “Preste la coca, tome la platica, pero con un compromiso adicional: mantener las áreas libres de droga”.
A pesar de sus diferencias, ambas propuestas han sido objeto de amplios debates. Mientras que la idea de Petro ha despertado reacciones mixtas, recordando que las soluciones tradicionales no han funcionado, la propuesta de Uribe nunca se materializó completamente. Sin embargo, ambos coinciden en un punto: el problema de la coca en Colombia requiere nuevas y creativas soluciones.
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