Cada noche o en la madrugada, antes de que la ciudad despierte, cientos de hombres y mujeres salen a las calles a realizar una labor silenciosa, esencial y muchas veces invisibilizada: recuperar lo que otros desechan. Pero no son simplemente recicladores. Son recuperadores ambientales, guardianes del entorno que contribuyen constantemente a proteger los recursos naturales del Meta.
Ana María Crutil de Barahona, del municipio de Puerto López, es una de ellas. Sale cada noche, entre las nueve y las diez, en busca del sustento diario para su familia. Su testimonio refleja la realidad de muchos:
“Me parece muy bien que nos den el uniforme. El buzo de manga larga protege del sol y del frío en la noche. El chaleco nos identifica, para que las personas no crean que uno va a robar. Con el uniforme ya saben que vamos a recoger el reciclaje. Me parece excelente que nos den guantes, porque uno no sabe con qué se va a encontrar: vidrios, objetos rotos… todo eso puede provocar infecciones o generar hongos”.
Como Ana María, más de 1.000 recuperadores ambientales en 23 municipios del Meta han recibido una dotación que incluye pantalón, buzo de manga larga, chaleco reflectivo y guantes. Elementos pensados no solo en su seguridad, sino también en visibilizar y dignificar su labor.
Esta entrega representa un paso importante hacia la formalización del trabajo de quienes, día tras día, hacen posible el reciclaje en nuestras ciudades. Reconocer su esfuerzo y brindarles condiciones más seguras y humanas es un compromiso con la justicia social y ambiental.
Con esta dotación, no solo se protege a quienes protegen el planeta, sino que también se envía un mensaje claro: el reciclaje es una tarea valiosa, y quienes lo realizan merecen respeto, seguridad y reconocimiento.
