Puerto Gaitán es el municipio más rico del Meta en regalías… pero también uno de los más pobres en resultados. La paradoja se resume en una cifra dolorosa: el 71,6% de su población vive en pobreza monetaria, según el DANE (2018). Es decir, siete de cada diez gaitanenses no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas, a pesar de que su tierra produce petróleo, energía y recursos que sostienen buena parte del país.

Para 2024, el Ministerio de Hacienda proyectó que Puerto Gaitán recibiría cerca de 258.000 millones de pesos en regalías, una cifra que podría transformar la vida de sus habitantes si se invirtiera con sentido social. Pero la realidad muestra un modelo de gasto desconectado de las verdaderas prioridades ciudadanas.
Mientras las comunidades reclaman agua, vías y un hospital digno, la administración municipal encabezada por César Pérez ha decidido destinar 15.160 millones de pesos para el Festival de Verano 2026.
Según el acuerdo aprobado por el Concejo —con siete votos a favor y dos en contra—, 13.260 millones se destinarán a artistas y logística, 1.500 millones a recreación y deporte, y 400 millones a seguridad. Lo que en los documentos se presenta como “impulso al turismo”, en la práctica es un gasto equivalente al 25% de toda la inversión social reportada en proyectos indígenas durante dos años.

Para dimensionarlo:
- La inversión en alimentación escolar indígena (PAEPI) ronda los 6.106 millones de pesos.
- Los proyectos de acueductos indígenas suman alrededor de 43.228 millones.
- En total, 49.334 millones COP en inversión social indígena documentada.
Solo en festivales y eventos, se reportan más de 23.000 millones de pesos en los últimos años (12.285 millones en una fecha y más de 11.200 millones en otra). Es decir, el gasto en fiestas equivale a casi la mitad de toda la inversión social indígena.
Y ese es apenas un fragmento del problema: no existen cifras públicas consolidadas que muestren el total de inversión social (salud, educación, infraestructura) del municipio, lo que impide conocer el verdadero porcentaje de gasto en festivales frente al desarrollo humano. Esa falta de transparencia ya es, por sí sola, una señal de alerta.

El proceso de aprobación del Festival de Verano también deja sombras. Dos concejales, Fernando Giraldo y Julián Gaitán, llegaron a última hora solo para votar afirmativamente, sin participar en el debate. En contraste, Mauricio Rodríguez y Diana Pérez se opusieron, mientras Javier Aldana y Milton Granados ni siquiera asistieron.
Incluso dentro de la bancada del propio alcalde hubo inconformidad. El concejal Cristian Vírgüez fue tajante:
“El turismo no es montar una tarima y traer cuatro o cinco artistas famosos.”
Una frase que resume el sentimiento de muchos gaitanenses, quienes hoy sienten que su municipio camina hacia el brillo del espectáculo mientras se hunde en la sombra de la pobreza.
A esto se suman versiones extraoficiales que señalan que el festival estará a cargo de Carlos Iván Moreno, conocido como ‘Cachiván’, lo que genera más suspicacia sobre la contratación.
Los habitantes de Puerto Gaitán no piden lujos. Piden coherencia. Piden que las regalías se inviertan en hospitales, educación, empleo y servicios básicos, no en fiestas pasajeras.
Puerto Gaitán es, hoy, el retrato más claro de una contradicción nacional: territorios ricos con ciudadanos pobres, administraciones poderosas con políticas vacías.
Mientras los niños indígenas esperan alimento y los campesinos claman por agua, la alcaldía prepara su próxima tarima.
Y en medio de los aplausos y los reflectores, la pobreza sigue sin micrófono.








