Por: Ylder González
Villavicencio, la “Puerta del Llano”, otrora conocida por su belleza natural y calidez humana, se ha convertido en una ciudad plagada de huecos, un verdadero campo minado para conductores y peatones.
Las calles de la ciudad se asemejan a un queso gruyère, con hoyos de todos los tamaños y profundidades, que parecen multiplicarse como conejos por arte de magia. Esquivarlos es una hazaña digna de un Indiana Jones, y caer en uno de ellos, una experiencia traumática que puede terminar en daños materiales, lesiones físicas o, en el peor de los casos, una tragedia.
Un presupuesto que se traga los huecos.
Las autoridades locales, como si vivieran en una realidad paralela, se jactan de millonarias inversiones para solucionar el problema de la vialidad. Sin embargo, los huecos siguen ahí, desafiantes, burlándose de la ineptitud y la corrupción que reinan en la administración pública.
¿A dónde va a parar ese dinero? ¿Se lo tragan los huecos, como en un acto de vampirismo vial? ¿Acaso se utiliza para financiar campañas políticas o para engordar las cuentas bancarias de funcionarios sinvergüenzas? La duda corroe a los ciudadanos, mientras que la rabia y la impotencia crecen.
Un calvario diario para los conductores.
[Imagen de un conductor con cara de frustración mientras conduce por una calle llena de huecos]
Conducir por las calles de Villavicencio es una prueba de paciencia y pericia al volante. Esquivar huecos, sortear obstáculos y rezar para no caer en un cráter son parte de la rutina diaria de los conductores.
Los motociclistas son los más expuestos a este calvario urbano. Un mal cálculo, un frenazo brusco o un simple descuido pueden tener consecuencias fatales. Las historias de motociclistas accidentados por culpa de los huecos son innumerables, y cada una de ellas es un recordatorio de la inoperancia de las autoridades.
Peatones en peligro constante.
Los peatones tampoco se libran del peligro. Los huecos en las aceras y andenes los obligan a caminar con paso lento y mirada vigilante, temerosos de un tropezón que pueda terminar en una dolorosa caída.
Los adultos mayores y las personas con discapacidades son los más vulnerables en esta situación. Para ellos, transitar por las calles de Villavicencio se convierte en una odisea llena de obstáculos y riesgos.
Una ciudad que no merece esto.
Villavicencio, con su potencial turístico y su gente pujante, no merece estar condenada a este mar de huecos. Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto y dejen de lado la politiquería y la corrupción.
La ciudad necesita soluciones reales y duraderas, no parches temporales que se deshacen con la primera lluvia. Se necesita un compromiso genuino con el bienestar de los ciudadanos y una inversión transparente y responsable de los recursos públicos.
¡Basta ya de huecos! ¡Villavicencio merece calles dignas!
Los ciudadanos de Villavicencio estamos cansados de vivir entre huecos. Exigimos a las autoridades que actúen con responsabilidad y urgencia para solucionar este problema que tanto nos aqueja.
¡Villavicencio no puede seguir siendo una ciudad de cráteres! ¡Merecemos calles de oportunidades!